Mi camino no sería largo, ni arriesgado, ni sería un viaje emocionante e interesante. Conservando el temple que me caracteriza, caminé por unos metros con mi nueva amiga en las manos, feliz, contento, aunque no calmara en lo absoluto el frío de mis manos, por que de hecho, ella estaba más fría que yo. intenté taparla con las ropas blancas que cubrían mi cuerpo para comprender si obtendría calor, pero fue frustrante comprender que no habría jamás calor en su fisionomía. Bajo la presión de entender que no podía cambiar su estado inercia, tomé la consideración de acabar con esta situación, sin premeditar los riesgos de la operación. La apreté en mi mano derecha, la sostuve unos segundos antes de culminar mi furibunda acción, aspiré el aire escasamente natural que existe en la ciudad, tomé fuerzas, y la lancé con todas mis fuerzas a algún destino desconocido para mis ojos...
Pasó un momento antes de escuchar un grito desgarrador, y solo pude mantener mi perplejidad, y aquello fue mi única reacción, y luego de unos instantes aparecieron esos tipos de los que huyo constantemente, no logré escapar pues por el grito paralizó cada uno de mis músculos. Los tipos en su disposición poco amable, golpearon mi estomago dejándome así privado de oxigeno, lo cual finalmente me derribó, dándome como lecho, el frío y húmedo suelo. Al momento en que percataron mi falta de reacción, me tomaron entre sus brazos y me llevaron de regreso a mi aconchada habitación, y de mi congelada amiga no volví a saber jamás, solo pude suponer que su dura y rugosa forma debieron herir a alguien, y bajo esa circunstancia no me arrepiento de que la distancia tan considerable que cruzó gracias a mi, tuviera un objetivo aleatorio, que le diera de alguna manera aunque sea, unos instantes de vida.
Ojalá comprendan este texto, creo que es importante aprender a ponerse en el pellejo de gente que quizás nunca crean que serán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario