Se suman a la larga lista de bellos momentos, esa que también tiene malos recuerdos. Así como los besos agridulces, si, precisamente así. Hechos que algún día fueron el alimento de grandes esperanzas, de sueños iluminados por la dicha de crecer como persona, de anhelos que provocan dentro de las almas -incluso aquellas devastadas por la crueldad- a construir en su faena de eternidad, un castillo de arena que no pueda ser derribado por el mar.
No importa que el poder de los recuerdos, ni la grandeza de las metas, no tenga el mismo valor para todos, pues nuestra única certeza, es que el acto que llevas a cabo tiene una finalidad y esa finalidad debe cumplirse, de ser así el resultado puede no ser el esperado, y sea como sea... Siempre logramos obtener algo.
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